El reto consistía en conseguir que un piso de los años 70, muy compartimentado, oscuro, con dos grandes chimeneas de ventilación que dividían en dos la vivienda y en un estado de conservación muy deteriorado, pasase a un espacio que respirase amplitud, luminosidad y frescura, para albergar a una familia de 3.
El programa solicitado consistía en una cocina, amplia zona de estar-comedor, 3 dormitorios y dos baños. La petición exacta fue: “Buscar un espacio dinámico y desenfadado. Como si de un juego de niños se tratase”. Un espacio dinámico, que favoreciera el proceso de socialización entre sus habitantes, donde la zona de día se convierta en la zona de mayor peso.
La zona de estar debía ser despejada. Debía poder evolucionar con las necesidades de cada momento. Debía ser un espacio versátil, con elementos ligeros que no aglomeraran el espacio. Debía dejar libertad para que los residentes se pudieran apropiar del espacio como quisieran. La reducción de tabiques divisorios permitió conseguir ese espacio y dejó ver nítidamente el pilar central de gran sección, el cual que se trató casi como una pieza escultórica. El poder recorrerla 360º, aporta mayor dinamismo al espacio. Potenciando la cuarta dimensión, tan presente en la arquitectura.
La imposibilidad de mover el baño creó una opción alternativa, un cubo central oculta en su interior uno de los baños. Fue ideado como si de una cueva se tratase, teniendo el mismo revestimiento en suelos y paredes.
En toda la vivienda se utilizaron los mismos materiales. Se quiso optimizar el material y experimentar cómo un mismo material va mutando de estancia a estancia, adaptándose perfectamente al uso característico de cada uno de los espacios. Tras su ejecución se comprueba y se concluye que ninguna de las estancias ha perdido su esencia a pesar de utilizar los mismos acabados.
La cocina se mantendría apartada pero se querían evitar barreras reales. Por ello, se eliminó la puerta, ya que se trataba de un elemento innecesario. En vez de ello, el acceso a la cocina se realiza a través de un pasadizo forrado en sus cuatros caras de contrachapado de roble que hace de transición entre distribuidor y cocina. Esta transición en madera se vuelve a repetir en todos los huecos de fachada que comunican el interior con el exterior.